En el camino hacia el despertar espiritual, nos encontramos con muchas señales sutiles pero poderosas. Entre ellas, una de las más engañosas es el surgimiento de lo que podríamos llamar el “ego espiritual”.
Después de haber atravesado las primeras etapas del despertar, es posible que sientas que has dejado atrás el ego tradicional, ese que se alimentaba de los apegos materiales, las preocupaciones superficiales y la búsqueda de validación externa. Sin embargo, mientras profundizas en tu viaje, puede surgir una nueva forma de ego, más sutil, pero igualmente limitante: el ego espiritual.
Este nuevo ego no se nutre de logros mundanos, sino de experiencias y conocimientos espirituales. Se deleita en la sensación de estar “más despierto” que los demás, de haber alcanzado un nivel de conciencia superior. Es el ego que busca reconocimiento por sus prácticas, por sus nuevos hábitos, por la expansión de su conocimiento metafísico, cuántico o esotérico. Es esa parte de ti que, sin darte cuenta, se siente especial por estar en un camino espiritual.
El ego espiritual puede manifestarse de diversas formas. A veces, aparece como una sutil sensación de superioridad, donde juzgamos a quienes aún no han “despertado” o no practican lo que creemos que es “lo correcto”. Otras veces, surge como una necesidad de demostrar constantemente nuestra espiritualidad, ya sea compartiendo nuestras prácticas o comparándonos con otros en términos de evolución espiritual.
Pero la verdadera maestría espiritual no radica en destacar sobre otros, sino en recordar que este camino no es solo individual, es colectivo. Nuestro mayor desafío no es acumular conocimientos o prácticas, sino trascender el ego que nos separa de los demás.
Cuando logramos ver a todos como uno, comprendemos que la humanidad es una red energética interconectada. Nos necesitamos mutuamente para avanzar hacia esa nueva tierra, hacia una conciencia más elevada.
Personalmente, cuando noto que mi ego espiritual comienza a hablar, lo abrazo con amor y humor. Le digo: “Ahí estás otra vez, sintiéndote especial”. Y al reconocerlo, me centro, me reconecto. Porque este camino no es sobre ser mejor que otros, es sobre caminar juntos. Es un recordatorio constante de que estamos aquí para inspirarnos, apoyarnos y elevarnos mutuamente.
Así que, te invitamos a observar tu propio ego espiritual con amabilidad. No lo juzgues, sino utilízalo como una herramienta para volver al corazón, donde todos somos iguales, todos somos uno. Expande tu luz y permite que tu corazón se abra más cada día.
Con cariño,
Cata Anami
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