Cuando llega una situación que hemos evitado, no queremos vivir o nos sorprende de forma poco buena, sentimos que nuestra vida se oscurece; y en definitiva es así como pasa. Cuando llega esa oscuridad – y nos llega a todos – no podemos derrumbarnos ante ella, desmoronarnos y perder la fe y la confianza es algo difícil de evitar, pero debemos mirar alrededor y decir con certeza, que seguimos siendo una chispa de luz Divina.
Para mí, desmoronarme, es el mismo error que cometo una y otra vez y siempre encuentro a mi lado alguien que me da una mano, me dice algo que llega a mi corazón o simplemente me regala un abrazo para evitar que caiga en ese estado de negatividad; no importa lo mal que parezca la situación, la luz nunca nos deja. En los días más oscuros, en la lluvia, en el cielo que retumba, el sol sigue brillando. Si, muchas veces no lo vemos, pero el sol está allí.
Hay siempre algo de positividad en toda situación, esta actitud positiva la debemos compartir con esos seres que siempre están ahí.
Si te golpean en tu proceso, no te sientas víctima nunca más, a veces la vida nos dice cosas que no queremos escuchar y otras veces no lo muestra de forma dolorosa, para ayudarnos a avanzar o dejar atrás, para enseñarnos a perdonar o perdonarnos y continuar hacia delante de forma más consciente.
Es válido llorar, sentirse triste y hasta hacer un poco de berrinche, pero si aprendes que la vida no te quiere víctima de ninguna situación y si te quiere libre y abierto a recibir, aprendemos a aceptar la vida bajo otros términos, podemos ser felices todos los días.
Catalina Restrepo Aristizábal